Frente a mí la silla inmóvil y vacía
y unos ojos de silencio que me miran.
Un destino transparente y necesario,
el respiro de un viajante de mil vidas.
Itinerario mío, el de tantos que prefieren
ir livianos por la vida
sin perdón ni despedida.
No por miedo
por amor. No porque la piel se llame innecesaria,
sino por todo aquello que no ha sido.
Después de abrevar en el silencio
ya recibes
... y no hay con quien lidiarse,
estamos solos.
Solos frente al amor que nunca fue,
frente al que es.
¿Será ése el dolor de lo que falta?...
¿Seremos arrojados al vacío sin piedad?...
¿Deberemos sufrir
para no ser tan necesarios?...
¿Habrá que deshacerse de estas ropas fantasmales,
zurcidas por una golondrina atolondrada?...
Una sola cosa sé… y es que voy sola,
como tantos. No por miedo
por amor. Y no porque la piel se llame insana
... sino por lo que soy
