La vivencia del amor ha modificado mi actitud de vida. Jamás pude explicar ese instante con palabras porque ellas no pueden expresar la intensidad del alma en tiempo presente. Esa vivencia se añora, se recuerda y nos deja una enseñanza, pero es posible que no vuelva a repetirse.
Ese instante duró un par de semanas y se esfumó cuando mi mente volvió a planificar y proyectar un futuro. No se trató de un ejercicio de meditación, ni de un momento esperado, simplemente llegó y no tuve necesidad de preguntarme nada. El amor nos sumerge en un estado de consciencia diferente, ese estado natural que permanece oculto tras la vida programada y estresante que llevamos.
Ese instante único fue como una instantánea de mi verdadero ser, una fotografía que no volverá a repetirse si la busco, porque esa vivencia no puede buscarse, simplemente llega cuando estamos vacíos de preocupaciones y de apegos, pero lamentablemente la misma vida que llevamos se constituye en el mayor obstáculo, y esos momentos de realidad son muy poco frecuentes.
Si todo el mundo pudiera vislumbrar siquiera, el verdadero estado del ser aunque sea por un instante, jamás volvería a desear el mal. No es imposible y te lo digo yo, que no me considero una elegida ni un ser superior por haber vivido esta experiencia. Por el contrario, uno se vuelve mucho más consciente de sus limitaciones y el trabajo de autoconocimiento se vuelve más realista.
A MIS QUERIDOS AMIGOS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario