La cultura judeo-cristiana nos ha enseñado que el placer es malo, y siempre ha hecho la asociación: tentación = pecado.
"No debo" ser tu tentación, eso es los que nos han enseñado desde hace siglos, ni tentar a nadie al pecado, por eso "huyo de tus tentaciones" (aunque sean las mismas que las mías).
Pero voy despacio para que puedas alcanzarme. Lo que más quiero es que desees llegar hasta mí, que me alcances.
Me parece que es parte de lo que somos: EL SER HUMANO NECESITA DESEAR Y SER DESEADO
A MIS QUERIDOS AMIGOS
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