Si pudiera elegir mi hada
la preferirá ligera de ropas
o desnuda,
vacía de equipaje, sin una sola carga,
sin un solo agobio.
Una mujer envuelta en el viento,
traspasada por él,
con una sonrisa abierta que dejara entrar el sol.
La elegiría también
llena de estrellas
en una noche sin luna,
con sus cabellos revueltos de sobrellevar el mar.
La elegiría descalza,
bailando
y consumiéndose en su fuego sensual
o girando bajo la lluvia,
mojada en los besos de algún carnaval.
No tendría nombre,
no tendría edad,
sería la eterna y bella imagen
de la feminidad.
A MIS QUERIDOS AMIGOS
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