Quien sabe del dolor lo ha experimentado y ha vuelto de él para contarte que lo sabe. Tuvo que aprenderlo, tuvo que hundirse en ese dolor para comprender que él es el hacedor de su destino, el experimentador.
Muchos dejan que el dolor experimente con ellos, se dejan arrastrar por la desesperanza y esperan que una varita mágica los ilumine y les traiga alivio. El que sabe del dolor en cambio, se sumerge en él, descubre el sinsentido de su sufrimiento y renace con una esperanza nueva. Capitaliza su experiencia de dolor y se vuelve un maestro de sí mismo.
A MIS QUERIDOS AMIGOS
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Muy sierto
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