A mí me parece que el recto pensar nos lleva a ejercitar una conducta que provocará una vivencia particular y un conocimiento determinado. Pero para mí, ese conocimiento determinado ya venía fundido previamente a los conocimientos de tu ser interior, antes de que tú mismo los recibas. Habrás notado por ejemplo, que cuando te concentras en leer algún libro sagrado, vas confirmando cosas que ya sabías o intuías en tu interior. Es como si ese libro no hiciera más que despertarlas. Sé que te ha pasado amigo, porque nos conocemos.
Bueno, yo siento que voy aprendiendo el recto pensar al ir contrastando esas "certezas interiores" (no sé cómo llamarlas), con las dudas que propone este mundo hecho de apariencias. Eso sí, hay una certeza incorruptible en mí: jamás me creo dueña de la verdad, y mantengo esta certeza porque sé que es la única que me permitirá seguir creciendo.
Lo más difícil es ejercitarnos en el discernimiento constante entre las certezas reales y las que provienen de la mente.
Porque convengamos en que la mente no es demasiado "recta" y suele disfrazarse o mimetizarse con frecuencia.
A MIS QUERIDOS AMIGOS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario